ARTE·EXTREMEÑO - FOTÓGRAFO DE BODAS

De niño, mientras otros corrían en el parque o se perdían en otro tipo de actividades, yo encontraba mi propio universo dentro de casa. Había un lugar especial que me fascinaba: las cajas de fotografías de mis padres. Allí, bajo la mesa del salón y sobre la alfombra, pasaba tardes enteras rodeado de imágenes que parecían cobrar vida.

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No sé qué era lo que me atraía tanto, pero esas fotos, aunque sencillas, tenían algo único. Instantáneas de bodas, vacaciones, momentos cotidianos… Cada imagen era una ventana a un mundo que ya no existía. Las caras, muchas de ellas desconocidas, los lugares que nunca había visitado, los objetos que ya no estaban, todo se unía para contar historias que mi imaginación completaba.

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Era magia pura. Tener esas fotografías en mis manos me hacía viajar en el tiempo, sentir emociones de personas que nunca conocí, y conectar con instantes que jamás regresarían. Las risas congeladas en el papel, las miradas sinceras, los gestos espontáneos… esas tardes moldearon mi forma de ver el mundo.

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Hoy, como fotógrafo, llevo conmigo esa fascinación. Cada vez que miro a través de mi cámara, busco capturar lo auténtico, lo real, ese instante que hará que alguien, en el futuro, pueda sentir lo mismo que yo viví entonces: la magia de revivir un momento único.

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Mi estilo no es casualidad, es el reflejo de aquellas tardes llenas de descubrimientos, con la alfombra como mi refugio y la imaginación como mi guía. Es mi forma de crear puentes entre el pasado y el presente, y de capturar historias que perdurarán más allá del tiempo.

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Esto es lo que quiero compartir contigo: imágenes que no solo retraten, sino que conecten con el alma.