Soy una persona creativa, inconformista y profundamente romántica. Me gustan los retos y siempre pienso que todo puede hacerse un poco mejor si uno quiere. Por este motivo nunca paro. Para mí, lo primero es el ser humano: un gesto sincero vale más que cualquier cosa material. Por eso mi fotografía nace de la emoción, de la empatía y de observar la relación real de las personas.

Me inspira el cine de verdad, ese que cuenta cosas y te hace sentir sin decir una palabra. Amo a los fotógrafos clásicos por su manera honesta de narrar y por su capacidad de crear imágenes que permanecen. Mi mirada se nutre de esa forma de contar: luz, momento y composición trabajando juntos para construir una imagen que deje huella.

En una boda, mi forma de trabajar es discreta; prefiero observar, escuchar y descubrir esos pequeños gestos que hacen únicas a las personas. Me muevo sin intervenir, buscando lo auténtico, lo que sucede sin avisar. Creo firmemente que una fotografía debe sentirse, no solo verse, y que las imágenes que realmente importan son aquellas capaces de transportarte a un instante que ya no existe, pero vuelve a vivir cada vez que lo miras.

Si trabajas conmigo, tendrás fotografías con alma: imágenes honestas, llenas de luz, con un lenguaje cinematográfico y una sensibilidad que prioriza lo humano por encima de lo estético. Porque las mejores fotos no son perfectas, son verdaderas. Y las emociones, cuando se capturan de forma genuina, se convierten en recuerdos para toda la vida.