Escribir tus votos matrimoniales no es un examen, ni una prueba de estilo. Es un regalo. Es la oportunidad de mirar a la persona que amas y decirle, con tus propias palabras, lo que realmente significa para ti. Es ponerle voz a esa historia que habéis vivido juntos, a las risas, a los silencios, a los días fáciles y a los días que costaron.
Y sí, da un poco de miedo. Pero también es uno de los actos más valientes y hermosos que harás en tu vida.
Hoy quiero acompañarte en ese proceso con algunos consejos que (de verdad) ayudan.
Antes de lanzaros a escribir, sentaos juntos, sin móviles ni distracciones. Hablad de cómo queréis que sean vuestros votos: ¿serios o con humor?, ¿románticos, poéticos o sencillos y claros?, ¿más largos, más breves?
También es buen momento para decidir si queréis mantener cierta estructura similar (por ejemplo, que duren más o menos lo mismo) y si hay algo que preferís no mencionar.
Este momento de conexión es, en sí mismo, parte de la magia.
Consejo de oro: No lo dejéis para el final. Dadle espacio, tiempo y calma.
1. Antes de escribir: sentaos y hablad
Pensad en vuestra historia. En ese primer mensaje. En cómo fue ese primer “te quiero”. En los viajes, en los domingos, en los días grises que se hicieron llevaderos porque estabais juntos.
No hace falta que lo escribáis todo ahora. Tomad notas. Dejad que salgan recuerdos, frases, anécdotas. Y sobre todo, sentimientos.
Preguntas que ayudan:
• ¿Cuándo supiste que era esa persona?
• ¿Qué hace sentir cuando estáis juntos?
• ¿Qué te hace admirarle cada día?
• ¿Cómo consigue sacar lo mejor de ti?
• ¿Por qué le acompañarías hasta el fin del mundo?
2. Mirad hacia atrás (y hacia dentro)
Votos de boda
Guia para aprender a redactarlos
“Te prometo estar contigo en cada locura, en cada domingo de sofá y en cada sueño que inventemos juntos. Porque desde que llegaste, mi vida ya no es solo mía, es nuestra.”
¿Sabes? Nadie te enseña a escribir los votos de tu boda. No hay un manual oficial, ni una fórmula mágica. Y cuando te sientas frente al papel (o la pantalla), con el corazón latiendo y mil recuerdos en la cabeza, puede que te bloquees. Que no sepas por dónde empezar. Que sientas la presión de querer decirlo todo… y no saber cómo.
Tranquilo. Tranquila.
Respira.
No hace falta ser escritor ni seguir un guion rígido. Pero tener una estructura básica os puede ayudar a que los votos fluyan.
Aquí una propuesta que funciona muy bien:
1. Inicio personal y cariñoso: Dirígete a tu pareja con su nombre, apodo o algo íntimo.
2. Una anécdota o recuerdo compartido: Algo que sea muy “vuestro”.
3. Lo que amas y agradeces: De su forma de ser, de cómo te cuida, de cómo te hace reír.
4. Las promesas: Aquí va el corazón de tus votos. Lo que te comprometes a ser y construir.
5. El cierre: Una frase potente, corta, pero con alma.
Y justo aquí, en el punto de la anécdota, es donde puedes aplicar un poco de magia con el storytelling.
3. Organizad vuestras ideas (sí, con algo de estructura)
Empieza en medio de la acción
En lugar de contar toda la historia desde el principio, puedes empezar por un momento clave, como si el invitado abriera una puerta y entrara directo en esa escena.
“Estábamos empapados bajo la lluvia, sin cobertura y sin mapa… y tú solo dijiste: ‘¿Estás bien?’. No sé si fue la locura del momento o tu sonrisa, pero ahí supe que contigo todo tenía sentido.”
Crea imágenes sensoriales
No digas solo “estábamos en la playa”. Dinos cómo olía, qué sonaba, qué se sentía. Eso es lo que hace que la historia se quede en la piel.
“El salitre se pegaba a la piel, el viento nos gritaba en los oídos y tú, con arena hasta las cejas, reías como si nada más importara.”
Saca un as de la manga
Todo el mundo espera que hables de cenas románticas. Sorprende. Cuéntales cómo algo totalmente banal se volvió épico.
“Me di cuenta de que quería envejecer contigo cuando te vi limpiando la encimera con esa cara de concentración absoluta. Nunca nadie había sido tan sexy con un trapo en la mano.”
Muestra el “antes” y el “después”
Nada emociona más que ver cómo algo cambia. Especialmente si es dentro de ti.
“Antes de ti, las despedidas me dolían. Ahora, me duelen los días que no estoy contigo.”
Cero postureo. Que se note que es verdad
Olvida las frases perfectas. Habla como hablas. Como le hablarías en la cama, o mientras hacéis la compra. Eso es lo que conecta.
“No me enamoré de ti por un gran momento. Me enamoré por mil pequeñas cosas diminutas. Porque sabes cuándo necesito chocolate. Porque siempre dejas el lado del sofá que me gusta.”
3.1 Trucos sencillos (pero poderosos) de storytelling para cautivar
No edites mientras escribes. No pienses si suena poético o si está bien dicho. Suéltalo. Como salga. Escribe todo lo que pase por tu cabeza, ya habrá tiempo de repasarlo.
A veces las palabras más simples son las que llegan más lejos. Y si se te escapa una lágrima mientras escribes, es buena señal.
4. Escribe sin filtros
Deja reposar el texto. Un par de días. Luego vélvete a sentar y léelo en voz alta. Vas a notar si hay frases que sobran, si algo no suena a ti, si falta ritmo o emoción.
Haz los ajustes que hagan falta. No por perfeccionismo, sino por claridad. Cada palabra cuenta. Que no haya relleno. Que lo que quede sea lo que querrías decir aunque solo tu pareja te escuchara.
4. Reposa, revisa y recorta
Leer tus votos de boda en voz alta no solo te ayuda a sentir el ritmo. Te permite emocionarte. Te da seguridad. Puedes hacerlo frente al espejo o con alguien de confianza. No hace falta sabérselo de memoria. Es más importante sentirlo.
Lleva tus votos escritos. En una hoja bonita. En tu letra. Ese papel se puede guardar, enmarcar o leer cada aniversario.
5. Practica (pero no memorices)
* No intentes decirlo todo. Di lo que importa.
* Usa detalles que sean solo vuestros.
* No busques ser perfecto. Busca ser real.
* Incluye una promesa concreta y otra que salga directo del corazón.
* No hagas referencias a secretos que nadie conoce o al menos pon en contexto a los invitados.
* Y, sobre todo, sé tú. Porque eso es justo lo que enamora.
Porque al final...
Los votos no son para impresionar. Son para conmover. Son para mirar a los ojos al amor de tu vida y decirle: "Estoy aquí. Y quiero quedarme."
No importa si usas frases sencillas o grandes palabras. Si te tiembla la voz o si se te escapa una sonrisa. Lo único que importa es que cada palabra sea verdad.
Así que ve. Escribe desde el corazón. Y confía. Porque eso que vas a decir... ya vive dentro de ti.
Consejos finales
Lo voy a decir sin rodeos: al principio, me caías mal.
Tu manera de interrumpir en clase, tu café siempre frío, esa forma tan segura de tener razón en todo… me sacaban de quicio.
Y lo peor es que ahora… me son imprescindibles.
Porque, sin darme cuenta, empezaste a ser parte de mis días.
Y sin que ninguno lo planeara, pasamos de discutir por tonterías a quedarnos hablando hasta que cerraban la biblioteca.
Con el tiempo, descubrí que detrás de tus opiniones firmes hay un corazón inmenso.
Que tus silencios dicen mucho más que mil discursos.
Y que incluso cuando discutimos… quiero seguir eligiéndote.
Te prometo que no siempre estaré de acuerdo contigo.
Y eso está bien. Porque no quiero que pensemos igual.
Quiero que sigamos aprendiendo juntos.
Creciendo. Equivocándonos. Volviendo a intentarlo.
Te prometo que, aunque la vida nos ponga a prueba —como ese examen de estadística que casi nos separa—, yo voy a seguir apostando por este “nosotros” que construimos a base de cabezonería, risas y muchas más coincidencias de las que esperábamos.
Y si alguna vez nos volvemos a caer mal…
Que sea en la misma cama.
Mirándonos como ahora.
Sabiendo que, entre todo lo que no entendimos al principio…
lo mejor que nos pasó fue descubrirnos de verdad.
Ejemplo de unos votos matrimóniales


